lunes, 29 de octubre de 2012

E.V.A.

Estimado Kike Maíllo, Su película más reciente, E.V.A., me ha parecido muy bella, así como devastadoramente triste. No suelo llorar en las películas, pero el final de esta fue una excepción. Creo que es debido a que se revela que Eva es en realidad un robot, y, según mi propio punto de vista, una mentira. Todo lo que habíamos sentido por ella es hecho pedazos, pero en nuestro interior tratamos de buscar una razón para aceptar que sí existe, que es la misma niña que creíamos que era. El hecho de que la simpática y original niña que hemos visto durante toda la película sea en realidad un robot es desconcertante y angustiante, pero nos hace pensar. Si hemos creído que Eva era un ser humano, ¿qué dice eso sobre las diferencias que tiene con un robot? ¿Cambia realmente la manera en la que vemos a Eva, o cambia la manera en la que vemos a los robots? Después pensamos en que es la impresión que tiene su comportamiento sobre nosotros, y no lo que es en realidad, lo que nos hace pensar que es humana o robot. Ella se comporta como una humana, porque es un robot y los robots pueden hacer eso, pero no es humana, que es lo que importa. Nosotros los humanos nos podemos engañar a nosotros mismos convenciéndonos que un robot tiene sentimientos humanos, y si ése robot es capaz de imitarlos a la perfección, no hay diferencia. Después de todo, nuestra verdad no es mas que nuestra realidad, y lo que compone nuestra realidad son los hechos, no la verdad. Pero visto desde un punto general, ¿pueden los sentimientos artificiales de un robot ser tan verídicos como los humanos, o el hecho de que estén programados y diseñados los hace falsos e inexistentes? Su película nos ha dado mucho en lo que pensar, un elemento clave para películas de este género. Aténtamente, Claudia Goyarrola

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